Llegó y la encontró cantando.
No sabía quien demonios era, ni por qué estaba allí.
Pero tenía una voz preciosa, así que se quedó a escucharla.
Cuando la chica terminó él se le acercó para preguntarle por alguna buena noticia.
La chica que cantaba blues le miró durante unos largos segundos, le sonrió y se fue como había venido:
Con un interrogante, sin respuestas y con una voz preciosa.
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