lunes, 31 de diciembre de 2012

*[2012, el paro]*

2012 se resume en que he escrito poco y llevo las uñas doradas.

Mi realidad, quizá, haya sido más poesía que el papel. Me he visto sobrepasada al entendimiento.
Soy yo, ¿o estamos madurando?
No en el sentido bueno. En el malo.
En el ya no hay grupos, todo es serio, creemos saber de lo que hablamos.
La eternidad a cada paso, el ser humano se erige.
Esto es definitivo: no vale pensar en personas olvidadas. 
No siento como antes, ¿me desgarráis un poquito?
El mundo me ha robado la esencia.
Quiero volver a sentir como hacía tres años, dos años. No dormir de la emoción. Los nudos en la garganta, las lágrimas de risa. Los puñales en el pecho y temblor en las piernas. Sexo inocente.

Este 2013 quiero inmadurar.

*[Don't feel bad for me]*

No quiero ser tu idea, tu concepto platónico. Quiero ser alguien real.
Aún resuena asleep entre los recovecos de mi mente cuando te digo que quiero que sepas I want you to know... ) que me conociste en un mal momento. Pudiste preguntar, pero querías aceptar la verdad que escogiste. Amamos a la gente que creemos merecer.

Todo aquello pasó sin entendernos. Yo no quería saber, y tú sabías mal, cobarde curioso. La tregua duraba lo que el deseo ya no podía aguantar. Cómo acabar con algo que de base nunca había empezado: saltándonos el comienzo, empezando por el final. De todo ese inicio finalizado quedó la extraña sensación de no haber acabado, de no poder salir de algo no nato. El círculo polar ártico, ya me entiendes.

Quiero que sepas, que sonaba asleep cuando apoyé los codos en las rodillas sentada en tu cama y te miré dormir, y te noté ya fin. En lo más profundo de mi corazón, me sentí muy feliz por tomar la decisión de marcharme. Deep in the cell of my heart I really want to go.
Al llegar a casa dormí, esperando que tras el sueño hubiese un mundo mejor. 
Y lo hubo.

There is another world
There is a better world
Well, there must be...


Aunque a veces no pare de sonar el teléfono y tu llanto y tu no puedo vivir en un mundo en el que no existas.


*[Mi ombligo se marchita]*

El mundo se está volviendo loco y tengo miedo.
Me acomplejan las paredes
(se ríen de mi soledad).
Mi ombligo se marchita
al descubrir el futuro incierto.
Necesito frío,
necesito tiempo,
amigo.
Las palabras me caen desde arriba
pero no las entiendo.
Los pájaros me cantan
aunque pretenda no oírlos.
Existo cansada,
perduro aturdida,
amo lastimada.
Duele tanto el dolor ajeno
que nubla la injusticia
que estoy cometiendo.
Mis amigos duelen,
mis amantes duelen,
mi familia duele.
El dolor duele
como las heridas insignificantes,
que se notan más que las graves
con las que convives sin pensarlas.
El dolor me roza con la piel
como si lo llevara puesto.
Cada poro y cada mancha percibe el sudor
del dolor.
Este dolor de todos, dolor mío,
no mata,
sobrevive conmigo.

viernes, 28 de diciembre de 2012

*[Endless horizons]*

His caustic sense of authenticity.
It seemed a perfect fit to my upper middle class upbringing complete with private school education, foreign travel, and dystopian literature.





domingo, 9 de diciembre de 2012

*[Le debo vida a la escarcha por recordarme matices ineludibles]*

                                                                               I


Vi demonios verdes en tus ojos,
esmeraldas estoicas
violando mi integridad,
y quise huir de ellos.

Nunca más aprecié ese color de nuevo.



                                                                               II



Te dije que no había nada
después de esa noche,
que la ventana sólo devolvía
lo escaso de la muerte
y un triste ocaso.

Me miraste así,
desnuda
-como me quedé desde entonces-
y te lanzaste al vacío del amanecer,
a la estabilidad podrida.


domingo, 2 de diciembre de 2012

*[City is my Church]*

A la Iglesia hay que ir elegante. 
Vestir de largo es adecuado.
Se camina hacia el altar, por un pasillo de asfalto, agachando la cabeza a toda figura institucional que se vea. Las monjas, con mini falda y ligueros, te miran agarrando el rosario que se desliza entre sus canalillos.
Si pudieses tumbarte en el suelo para contemplar la cúpula observarías los frescos. Si alargases la mano probablemente tocarías el pigmento plata de las estrellas, pero no lo hagas, por respeto.
Mi Iglesia es la mejor del mundo.
En los bancos se ven rogando muchos fieles, desarropados, implorando a mi Dios cosas que nunca serán escuchadas.
En el altar todos bailan, exaltados de fe. Las vidrieras remiten luces de colores, que se desparraman entre los cuerpos, convirtiendo todo en espejismo. Se nos cuelan ateos a veces.
Los Jinetes de la Apocalipsis hacen acto de presencia a diario, con sus trajes de banquero, cabalgando en sus Bentleys. El único espíritu presente es el Espíritu del Éxtasis de aquel Rolls-Royce.
Cuando el cura pide que se dé la paz, los creyentes exhalan su aliento, los cuerpos se confunden y las vidrieras se empañan. Toda la Iglesia es Una sola. Y gime.
En mi Iglesia los pecados se confiesan en colchones.
Llega la comunión, como siempre, manchada de sangre. El cura puede ser cualquiera. Whisky por vino. La ostia consagrada se recibe directamente boca a boca.
Quién necesita cirios cuando hay farolas.
Podéis ir en paz.
No es cierto. Los cristianos se miran confundidos, desorientados. No podrán seguir inmaculados hasta la próxima misa sin ayuda. No podrán renegar del mal si están solos. Por eso rezan, hasta caer de espaldas y empezar a convulsionarse.

"Padre nuestro que estás en los cielos,
santificado sea tu nombre,
venga a nosotros tu reino,
hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo,
danos hoy el pan de cada día,
perdona nuestras ofensas como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden.
No nos dejes caer en la tentación
y líbranos del mal.
Pues tuyos son el Reino, el poder y la gloria, por los siglos de los siglo,
 Amén"

En mi Iglesia, hermanos, la paz se haya en el féretro.

sábado, 24 de noviembre de 2012

Del pardo al blanco


Esta mañana, un anciano se sentó a mi lado en la parada del autobús. Me miró con la mirada perdida, en un triste y lejano celeste, y sonrió.
Hay personas a las que los años les traicionan en forma de fragilidad, en el claro de los ojos. Me pregunto si a mí también me pasará, si mis ojos se tornarán pálidos por temor al tiempo. Sobre todo, me pregunto si tú estarás ahí para verlos: claros, cansados, gastados de pura vida.
¿Cómo conservaremos tanta juventud entre arrugas? ¿Cómo se nos verá el brillo con cataratas? ¿Tomarás mi mano artrítica? ¿Me sacarás a pasear con bastón? El amor…¿seguirá vivo pese a los infartos?
No te imagino besándome con dientes de mentira, ni acariciando pelo blanco.
No podría.
De lo que sí estoy segura, es que si te dieran la oportunidad de cambiar algo de todo lo que hubieras vivido, no lo harías. Quizá ser tan bueno, quizá renegar de la plata. Pero siempre te quedarías conmigo, viendo como los ojos se me aclaran con los años.
Y yo, si hubiese un paraíso después, tan bello, tan esperado, tan eterno, lo gastaría en encontrarte, hasta que el color de mis ojos desapareciese por completo.

sábado, 17 de noviembre de 2012

*[Volvemos tras una pausa publicitaria]*

En una granja visiblemente nacional, la imagen presenta a un hombre en peto vaquero y camisa beige dirigirse hacia las vaquerizas. Elige a una de las muchas vacas que allí se presentan, deja una pequeña banqueta de madera a su lado y un cubo de metal bajo sus ubres.
Le acaricia la cabeza y la vaca la ladea. Palmea su lomo, se sienta con cuidado y comienza a ordeñarla. La leche caliente resuena al impactar contra la chapa.
Se ve como el granjero se va extrañando poco a poco hasta que se mira una mano y la ve ligeramente rosácea. Se acerca a la ubre del animal y rasca con el índice, descubriendo que bajo el aparente rosa, las tetillas del animal son de color gris metalizado. La vaca muge y el sonido llega distorsionado, a la quinta nota parece un mugido rallado. El granjero tira la banqueta al intentar ponerse en pie. Se tapa la boca con las manos. A la vaca se le apagan los ojos y se le cae un tornillo. El asombroso descubrimiento hace que al granjero le explote la cabeza y su miembro se corra, manchándole la entrepierna.
A la vaca mecánica le estallan los pezones y la pantalla entera se llena de la leche blanca.
El espectador se ciega por el blanco nuclear.

Tras 6 segundos de un plano absolutamente neutro, aparece la imagen de una mesa en medio de un prado, con un yogur encima de un mantel de picnic. Mientras tanto, una voz en off, preferentemente femenina, dice el título del spot:

" [Introduzca marca láctea], los únicos yogures con leche de verdad "

jueves, 1 de noviembre de 2012

Sudor enlatado

Cuando corro lo hago por el aire. Correr consiste, simplemente, en poner un pie tras otro una y otra vez, cambiando el ritmo. Todo lo que pasa por mi mente queda reducido a las transpiraciones motrices. Nada pasa mientras corro, sólo avanzo. Las zancadas transcurren torpes al principio y después fluyen, haciéndome sudar. Sudo y respiro a partes iguales. La brisa golpea mi cara, y el frío descuartiza mi piel, pero no importa porque estoy corriendo.
El gimnasio, sin embargo, me huele a plástico y sudor enlatado. No veo hacia donde voy, por supuesto, me quedo quieta en una máquina que masacra mis músculos. Como no hay viento, ni su curso natural, mis pasos se hacen repetitivos y me sobra cerebro para volver a mis problemas cotidianos.
El gimnasio no me gusta, pero es útil cuando llueve, como el otro día.
Me ponen a correr frente a una ventana, para que la gente me vea rosa y nauseada. Yo se lo agradezco, como el otro día, por dejarme ver la brisa, aunque no sentirla. A veces la niebla no me permite recrearme en las formas que la cruzan. Pero aquel día la tormenta aplastaba la neblina contra el asfalto y el único humo visible era el de los cigarrillos de la gente. Parece sorprendente que un paraguas plegable protegiese aquel mechero de la tromba de agua que caía. Un paso tras otro, un suspiro, y la respiración descompasada los próximos treinta segundos. Un viandante. Alguien gris con paraguas, alguien gris corriendo con capucha, empapado.
Pudo ser el ejercicio prolongado, o un achaque de mi mente intranquila, pero juraría que la última persona  gris que vi fumando el otro día fue consumida por su cigarro, paraguas incluido.




martes, 17 de julio de 2012

*[Esclava]*

Un cantautor con su guitarra en bicicleta, un flautista mago, un escritor frustrado y una holandesa que lleva ciento treinta días andando, desde su casa hasta el destino, son varios ejemplos de lo que te puedes encontrar en un camino, pero no es algo determinante. Aún así, puedes hacerte una idea de todo lo que hay ahí fuera, lejos de tu rutina, en un trayecto donde todos son errantes y se sienten algo solos. Vidas peculiares, como cualquiera y ninguna.
Y algo en común, un interrogante: "¿Tú por qué haces el camino?"
Tras la fachada de diversión y sacrificio se esconde, en la mayoría de los casos, la verdad. Un profundo deseo de cambio. O, lo que es lo mismo, de olvido.
Yo en ciento diez kilómetros he olvidado muchas cosas. Entre ellas que en un mundo donde la cordura fuese menos dolorosa y la locura menos placentera esos ciento diez kilómetros no habrían sido necesarios.

jueves, 21 de junio de 2012

*[Una hamburguesa en Bagdad]*

Leer una novela negra, cuando el argumento se trunca en una deducción larga, apartándose de la acción detectivesca, es en ocasiones una tarea de concentración. Por eso, mientras leía a Chandler, en su cabeza no se dejaban de agolpar pensamientos de otra índole. "Una hamburguesa en Bagdad sería un título genial para una novela", pensaba. Una gota de sudor comenzó a resbalar entre sus espesas cejas, por lo que decidió que era el momento de cerrar el libro, levantarse de la hamaca, y tirarse a la piscina.
Flotó ,hasta que se le puso la carne de gallina, y se sentó en el bordillo. El bañador mojado le refrescaba el muslo pero el pecho se le empezaba a secar debido al calor sofocante de aquel primer día de verano. No pensaba, su mente se mecía con el movimiento casi imperceptible del agua. Si agitaba los pies, aún inmersos en la piscina, se creaban ondas que avanzaban cada vez más difusas hasta chocarse con la pared opuesta. Allí donde estaba, tan sólo oía el verano aproximándose. Hasta que una avispa interrumpió el momento. Se acercó a la superficie del agua y una de sus alas se hundió, quedando atrapado el pobre insecto en un manto húmedo. Él la observaba en su intento por zafarse del peso de las gotas que la iban a ahogar. Si la sacaba no sabría si lograría sobrevivir con un ala dañada, y tampoco si le picaría. Nunca había sufrido una picadura de avispa y no quería experimentarlo. Por otro lado, si lo más probable era que el bicho no iba a sobrevivir, ¿por qué no hacer menos pesado su sufrimiento y facilitar su final? Socorrer o matar a la avispa.
Tras unos segundos en los cuales no supo concluir su decisión, se quedó impasiblemente mirándola morir. Sólo sería un ser menos en este mundo. No alteraría nada. O quizá, sí. La culpa era del hombre, que había cambiado su entorno. Esa jaula de agua la hizo el humano. A punto estaba de sentir la fatalidad ecologista cuando un brillo extraño se distinguió en sus ojos. Con un movimiento seco arrojó agua a la avispa sumergiéndola unos diez centímetros. Se levantó, recogió su toalla y su novela, y entró en la casa.
Ese acto podría pasar por compasivo, pero fue otro sentimiento el que afloró en él. Un observador atento percibiría el halo de crueldad que le embriagó al mover la mano. Lo único que le impulsó a hacer aquello fue una extraña sensación de superioridad, saber que, si quería, podía matar, que con sus manos y las de sus antepasados ya había destruido parte del planeta. Un segundo y una vida menos. Pero sólo era una avispa.
Pasó el resto de la tarde leyendo, comió un poco de pan con queso, se duchó, se lavó los dientes y se preparó para dormir. Justo antes de cerrar los ojos cayó en la cuenta de que no había cerrado la puerta del patio y bajó a echar la llave.
Esa noche soñó que en su piscina se formaba lentamente un remolino que le absorbía mientras él intentaba escapar nadando en sentido contrario. Cuanto más se esforzaba y más fuerza proporcionaba a sus brazadas, más grande era. Al final no pudo más y cayó. En el último instante de consciencia pudo observar cómo una gigante avispa movía su aguijón formando el vórtice del remolino.
Le despertó un zzzzzzzzzzzzzzzzzzzz, un zumbido constante. Encendió con miedo la luz y miró a su alrededor. No vio nada. Notó el zumbido detrás de la oreja y se palmeó, pero no había nada. Consiguió dormirse presa del cansancio. Al despertar, el zumbido seguía ahí, presente, y ya no desaparecería.

viernes, 8 de junio de 2012

*[Las palabras calladas/El vacío literario]*

"Ser yo eternamente es agotador. Necesito ser yo contigo ya."





P.D: Ravenscroft inigualable en el solo de saxo más famoso de la historia.

viernes, 4 de mayo de 2012

*[B-B-B-Bennie and the Jets]*

El viernes pasado la vi en la estación a punto de coger el autobús que la llevaría de visita al lugar del que vino, a su nada existente, donde la gente no tiene ni nombre ni ambición. La contemplé tan minúscula y nimia como cuando la conocí. Estaba en aquel semáforo sola, sosteniendo una maleta rosa tan mediocre como su presencia. Yo, borracha de pasado imposible -el presente de ella-, comprendí en ese mismo momento que nunca estaría sola al volver a la mierda de la que todos salimos alguna vez. Entendí que había sido un gran fallo el compararme alguna vez con aquella personilla triste a la que sólo yo, por ser yo, prestaba atención. Con la mirada perdida en la carretera dejé de mirarla y sonreí, sabiendo que todas las miradas se posaban en mí.







sábado, 28 de abril de 2012

*[Friday]*

"Volvería a mis suburbios y me vería como una caricatura de mí mismo" pensó mientras se acercaba al bar en el que había quedado con sus amigos de siempre. Ellos, los que habían crecido con él, los que habían visto como se bebía su primera cerveza y tosía con su primer cigarrillo, los que se habían pasado un mes mordiéndose las uñas antes de ganar aquel mundial y se tiraron en calzoncillos a una fuente para celebrarlo, los que preferían, desde los dieciséis,  los sábados noche una tórrida timba de póquer a una borrachera en discotecas de mala muerte, los que contaba con los dedos de una mano; aún a sabiendas de que acabarían discutiendo de fútbol, de cuál era el mejor grupo de rock de la historia o de cualquier mierda relacionada con política. Ciertamente, las reyertas se le antojaban balsámicas, casi un ritual prefácico a la posterior partida de billar. Después cada cual volvería a su casa como vino, con sus vaqueros ajados por el dobladillo y sus camisetas descoloridas, salvo que con menos dinero en los bolsillos. Unas pelas bien invertidas: risas, un par de abrazos a la manada y varias Budweisers encima.
Estiró el brazo para tirar de aquel pomo tan vulgarmente conocido pero se detuvo antes de abrir la puerta y, finalmente, se marchó. Ese día sus colegas, los de siempre, le dejarían ganar al futbolín, le invitarían a un Jack Daniel's y se pasarían la noche catalogando a las féminas de zorras, de zorras todas.

Eran las doce cuando los demás perdieron la esperanza de verlo, asumiendo que pasaría algún tiempo hasta que él volviese a reírse con ellos, hasta que él pudiese vivir con la espina en la conciencia de que ella no iba a volver, que se había marchado.


miércoles, 11 de abril de 2012

miércoles, 28 de marzo de 2012

*[La era del latín ahumado]*

- ¡Ey! ¡Escucha! Esto no me gusta.

El hombre se la quedó mirando atónito, como si la cosa no fuera con él.

- Sí, tú- le señaló por si le quedaba alguna duda-, ayúdame, por favor.

Ella observó, desde abajo, como su mirada era noble a la par que sinceramente feroz. Él supo en el primer instante que posó su mirada en el cogote, aún sin extender los brazos para ayudarla por recelo a lo desconocido, que la iba devorando con el éxtasis que el enfermo mental muestra hacia el objeto de su acoso. Le parecía hermosa por el rabillo del ojo pero era cauto y no quiso juzgarla hasta que la chica hablase de nuevo y mostrase su verdadera intención, una explicación del incidente, o cualquier otra interacción en la que pudiese intuir entre el deje de las palabras cómo era ella para poder luego invitarla a un café o una cerveza, dependiendo de lo fugazmente analizado. No obstante, la que pedía auxilio no era obtusa tampoco. Llevaba todo el trayecto de calle observándole de lejos, cavilando sobre la mejor manera -entre miles- de acercársele. Intuyó por su atuendo que le hacía falta un descarado soplo de amenidad que alterara su rutina vestida de traje, corbata y ojeras, así que optó por el dramatismo casual, comedido y eficaz.

- ¿Estás bien? - le preguntó él educadamente.
- No, no me gusto a mí misma por no haber sido nunca una intención llena de sonrisas.

Él calló, mirándola con el cejo fruncido, intentando adecuarse a sus deseos más internos, aprovechándose de la situación y leyendo entre palabras. Al cabo de unos segundos, encontró la solución.

- Entiendo.

La ciñó a su cintura y le dió un beso en la frente.



Pasó más de un mes hasta que se pudieron citar por primera vez a solas desde su primer encuentro. Las otras ocasiones que habían quedado coincidieron con otros, relleno necesario a la vergüenza inicial. Así, con gente de por medio, era más fluido mirar furtivamente y humedecerse frecuentemente los labios. No eran ya adolescentes para andar con vicisitudes, sin embargo, tales encuentros dieron lugar a noches de pasión, que no hubieran sido posible sin la complicidad en la que se veían absortos al estar rodeados de personas que importaban, en esos momentos, menos que nada. Aún en esas noches lascivas no sintieron una intimidad equiparable con la experimentada en la siguiente conversación, ya avanzada la tarde, cuando ella se rizaba el pelo con el índice y el pulgar chocando sus pupilas contra las de él.

- Todo lo que sabía del amor lo aprendí en los libros. Es lógico que mi visión romántica pueda verse alterada por ideas preconcebidas de fuentes no muy fiables. No es de extrañar que siendo mis libros guía Lolita, las distopías, El Gran Gatsby, Don Juan TenorioEl Quijote o La Celestina en vez de cuentos de hadas propios del mismo Hans Christian Andersen, el concepto sea confuso. Ya debido a la conmoción que me produjo la mitología de Amor y Psique debería haberme alertado, mas ¿cómo iba yo a saber que me arrastraba vertiginosamente al drama gratuito?¿cómo sabría entonces que la soledad terrenal se me antojaría no como pesadilla rutinaria y sí como enfermedad crónica auto inducida?

- No sabría decirte, siempre me he esforzado por entender las causas más intrínsecas del amor al uso, pasando por tu romanticismo barato, pero lo veo inútil.

- No estás siendo justo- le respondió ella arrugando la nariz, dolida-. Ya sabes de lo que hablo.

Él se sentía culpable ahora, y no por herir los sentimientos de ella en sí, ya que era deliberadamente cruel con asiduidad, sin excluir a nadie, y lo tomaba como cualidad nata, si no por el motivo del comentario. No creía que su romanticismo fuera barato, porque aunque ciertamente siempre lo había usado como bandera verde a la cama de muchas otras, ahora, con ella, le corría por las venas una extraña dulzura cada vez que la veía bailando, tocándose el pelo o mordiéndose los rojos labios. "¡Será posible!" pensaba narcotizado ante cualquiera de los gráciles movimientos de la chica. "¡Será posible, viejo amigo, que te estés enamorando!" se decía a sí mismo al mismo tiempo que sonreía sarcásticamente, negándoselo.

- Te equivocas. No sé de lo que hablas.
- Como quieras.

A partir de entonces, la charla obró a mal. Él se arrepentía de enamorarse, y por partida doble, pues más le dolía saber que al conocerla le dio a entender que era un alma sensible y sincero que la apoyaba sin conocerla y la entendía con sólo mirarla. Le dolía ver que su máscara para llevarla a la cama se estaba apoderando de su propia cara.
Ella, por el contrario, sabía desde el principio cual era la verdadera cara de él y cual la máscara que le comía terreno. También entendía que el punto débil que le mostraba entonces a él era el mismo que el que pasó por fuerte en su carta de presentación: el dramatismo. El dramatismo comedido puede ser una trampa de doble filo, a la que caes precipitadamente sin encontrar salida. O peor aún, si caes y concibes que el mundo no existe fuera del universo paralelo -y distorsionado- del agujero que tú mismo te has cavado.

Acabaron en una cama, abrazados y exhaustos. Él supo que la quería, que sin intención ya era sonrisa, y ella que la iba a querer siempre y como su existencia -debido al drama- era exclusivamente agridulce en el contenido y trágica en el desenlace comenzó a difuminarse entre las sábanas hasta desaparecer, dejándolo a él postrado en un recuerdo, abrazando al amor de su vida, a la nada, como la perfecta escena final del relato que ella habría escrito de su vida.


*[And this old world is a new world]*



It's a new dawn
It's a new day
It's a new life
For me
And I'm feeling good

martes, 27 de marzo de 2012

*[Reciclaje insensato]*

A veces me siento un poco desechable. desecha. deshilachada. despreciable. despreciada


A veces me siento un poco inútil

viernes, 23 de marzo de 2012

*[The times they are a-changin]*

Que mejor que citar a Dylan para justificar un lavado de cara. Esto necesitaba color porque lleva mucho sin ser lo mismo. Queda inaugurada otra fase de mi estación mental.

miércoles, 21 de marzo de 2012

*[I tell you what you already know]*

Si pienso lentamente, a sabiendas  y degustando cada recuerdo, puedo llegar a no sentir nada. A ser consciente de que ya no te conozco, de que estás lo suficientemente lejos de mi vida como para perder el tiempo si quiera en elucubrar sobre cómo andas de ánimos o si sigues luchando por tus sueños como solías hacerlo. No sabría describir tu cara o tus gestos, ¿importa eso acaso? ¿importan tus rutinas? Ahora no importas.

Si te viera, podría pensar que me pasaría desapercibido, que sería un detalle sin importancia en una tarde de primavera adelantada. Ni te miraría. Aunque...

si te veo, el corazón se me podría parar. Bastaría un sólo segundo para plantearme otras vidas. Por eso no mirarte, no verte, eliminar cualquier rastro de tu existencia como si de una quimera ardiente y escurridiza se tratase, es lo acatable. Yo te hago real o imaginario.

He perdido todo ápice de tu olor. Sólo eres un recuerdo prefabricado en mi subconsciente, una idea sin cuerpo. ¿Podría seguir reconociéndote así entre la multitud de gente ? ¿Recorrería aún de memoria los surcos de tu iris vaporizado? ¿Qué pasaría con la ausencia de tu cara? ¿Te seguiría llamando por tu nombre estéril? ¿Lloraría tu pérdida etérea? ¿Correría tras la sombra de tu forma identificable? ¿Atendería a tu voz alterada?

No. Porque ya no existes.


miércoles, 29 de febrero de 2012

*["La culpabilidad como silogismo" parte II]*

En mi casa el tiempo se demoraba bajo otras leyes naturales. Si mirabas por la ventana la casa ardía, si mirabas a la cocina la gente te observaba desde el exterior. Estaba esa sensación de paranoia hiperactiva que me impulsaba vomitivamente a otro lugar. El suelo rechinaba, la televisión crujía y mi almohada me asfixiaba, por mera diversión. No sentía que las paredes se ahuecasen o que viejos fantasmas violaran mi privacidad, simplemente el vacío se hacía insoportable. Yo, que no aguantaba la compañía humana, ansiaba ahora el no estar sola. Hacía ya dos años que, en contra de mi vocación y mi contextura, tenía miedo a convertirme en un perro doméstico, aniñado e histérico que aullara por cualquier ápice de vivencia en campaña y detestara la segunda vivienda. Tenía pánico a ser una raza definida, a hablar de mis necesidades hasta el mediodía, pasarme la tarde desparramada por las baldosas del baño y parodiar mi propio estilo de vida por la noche. Es por eso que mi casa me provocaba una ansiosa urticaria.
Me duché, intentando desadherir una parte de la lujuria que me exhumaba por los poros, me tomé un café y me abalancé a la calle con una muda nueva de ropa y una idea en mente. Descolgué el teléfono móvil y llame:

- ¿Nadine? Vente a almorzar donde siempre. Invito yo.

Las doce de la mañana, todo perdido, horrible. Nadine. Nadine. Nadine. La liberación tan pronto, imposible.  Odio esperar. Decidí ir andando para hacer tiempo. Nadine con diecinueve, con su pelo, sus ojos, la cara sin pecas, su juventud. Sobre todo su frescura. Mark se merecía mi pureza, Nadine menos. A Mark le agradecía el impulso inicial, la generosidad de ese primer socorro que me había salvado de mi propio caos. Por otra parte, ella había avocado mi gratitud, claro que sí. En realidad, tampoco hacía mucho que la consideraba encantadora. Sentía las mejillas rojas de optimismo. Nadine. Todavía no había claudicado. Toqué el paquete en mi bolsillo y a punto estuve de encenderme un cigarrillo. Recordaba la antigua y dejada sensación de fruición del tabaco sobre el paladar. Oh mierda, Nadine y su frescor.
Habían pasado quince días y me permití dejar pulular por mi enredadera mental un puñado de recuerdos vedados el lapso de tiempo que ocupara mi paseo al restaurante. ¿Qué de malo podía haber en aquello? Como si yo no lo supiera. Cada eternidad sonaba a lo lejos las campanadas del reloj de la iglesia, y sólo había pasado una hora. Llegué nerviosa y tensa y pedí mesa, sabiendo que era la primera en llegar al encuentro.
Inclinada sobre la copa de champán que había pedido me sorprendí a mí misma. Ni me gustaba el alcohol ni la ropa tan vistosa que me había puesto. El darle carácter de cita no me quitaría la carga de conciencia. Aportarle romanticismo protocolario extra no iba a cambiar el hecho de que había otra persona pensando en mis labios y mis "te quiero" desaprensivos. Qué lástima. Yo no era de florituras ni canciones de Gardel. Aquello era sexo disfrazado de tragedia.

lunes, 20 de febrero de 2012

*[Nana a la desesperación]*

Es normal tener miedo.
Es normal tener miedo a caer a cada paso que damos, pues cada uno de esos avances son ciegos. Ni tú ni yo sabemos qué nos depara el futuro, si es que tiene algo que depararnos. Más bien somos nosotros los que elegimos entre la infinidad de oportunidades que nos da la vida.
Es normal llorar por las causas perdidas y luchar por los impulsos sin atender a las consecuencias. Fallar y resignarse no es una opción.
Esta es una oda a los valientes de turno, a los no-perecederos de su ayer. Hay que ser muy osado para enfrentarte a los prejuicios -los tuyos propios y de nadie más- que te llevaron a la situación que te incomoda. Vencerlos y ver que hay otras vías, aunque no fueran las que pensaras desde el momento de partida. Afrontar nuevas verdades, tomarlas como posibles errores desde un principio, abordarlas, sopesarlas y tragarlas al final, con tu orgullo masticado y herido.
Admiro de todo corazón a aquellos que supieron darle al botón de resetear sin resentirse por todo lo que ya habían hecho. No se pararon a llorar, o si lo hicieron supieron enjugarse las lágrimas poco antes de volver a darle a la palanca que accionaría su vida y tiraría lejos toda esa mierda que le corrompía, y parte de lo bello que iba con ella. Porque la vida les iba a cambiar, y ellos no sabían si lo haría para bien o si lo haría para mal. Pero aún así, con ese todo o ese nada tan lejos de sus narices, volcaron los últimos ápices de esperanza recóndita que les quedaba y empezaron a andar sobre el vacío. Sin colchones, sin paracaídas. Ellos solos y su juventud latente.

miércoles, 15 de febrero de 2012

*[La chica que escribía canciones de amor]*

La chica ya no escribe canciones de amor.
¿No escribe porque no ama?
¿No ama porque no escribe?
¿No escribe lo que ama o no ama lo que escribe?
La chica que escribía canciones de amor pensaba que si no escribía llegaría a morir y ahora sabe que lo único que le pasa al no escribir, es que no vive, que es muy distinto, pero más triste.


jueves, 19 de enero de 2012

*[Wicked Game]*

Nueva York te consume y te escupe encima. Pero da igual, tú la vas a seguir amando. La seguirás buscando en las esquinas más grises, en los barrios más desamparados, la seguirás persiguiendo por las noches, la olerás por las mañanas, la odiarás por la tarde y al llegar a tu casa la querrás de nuevo como nunca antes lo hiciste. La continuarás sosteniendo suavemente, como arropándola, entre tus manos.
Y todo ese trato, esos cuidados, las caricias al aire, los mimos al ladrillo, es porque no sabrás vivir sin ella. Porque Nueva York refleja tus deseos, tus -únicas- esperanzas, tu amor tardío, tu volver a nacer. Representa la ciudad que se hizo a sí misma a base de sueños. El mejor sitio del mundo para poder ser todo lo que quieres llegar a ser. Todo lo que ya eres.




lunes, 16 de enero de 2012

*[Las hay primores, primordiales y primitivas. Las tías, digo]*

Los helados en Tánger saben mejor,
el sueño hippie se sume en la crisis escuchando pop/rock indie
y las tías esconden sus curvas y se quitan las bragas.

*[Mi vida y lo que te pertenece]*

Ahí pasabas y seguía
y más dolía
lo tardío del encuentro.
Te encontré dentro
de la melancolía
que sentía
para que me sacases
de mis propias cenizas.
La alegría
de la vida
y los ases
que un día perdí
volvieron el día
que te conocí.



jueves, 12 de enero de 2012

*[Clítoris]*

Ahí estaba yo
y mi clítoris lo atestiguaba.
Ahí estaba yo
perdida entre el café negro de mis ingles.
Descubriendo por qué soy yo
y no tú,
o cualquier otro que ande por la acera
allá fuera, lejos de mi intimidad.
La licencia del suspiro,
la cadencia del cabello,
la suavidad de la piel tersa.
Todo lo que echaré de menos
cuando estos años pasen
y quede lánguida,
mustia,
y ya no pueda encontrarme
en mi clítoris,
en mi suavidad,
en mi café negro,
y ya sólo me quede el ombligo.

martes, 10 de enero de 2012

*[Horizonte llano]*

Como cuando dejas de ver tu estrella favorita unos días y piensas que ha muerto. Y después, al tiempo, vuelves a verla, descubriendo que no es así, y no sabes si alegrarte por volver a ver su belleza o entristecerte porque nunca estará a tu lado.

domingo, 8 de enero de 2012

*[Contraportada]*

Todo pasa, pero nosotros seguimos.
La gente viene y va, y nosotros les saludamos y despedimos con la mano.
Te dije siempre que la gente no cambia, pero sus circunstancias - y el mundo -, sí.
Me decías, por el contrario, que la gente cambiaba, y aquí nos veo , tan distintos y tan iguales que no sé aún quién tiene la razón.
Es como estar sentados en el banco de un parque, y que llueva, nieve, florezcan las flores, haga sol y se acaben cayendo las hojas de los árboles. Nosotros observamos. Y de vez en cuando, hay gente que se nos sienta al lado, aunque, como todos, se acaben yendo con las estaciones.
Qué voy a decirte que no sepas ya.
Sólo quería agradecerte, a 2012, el 2009, el 2010 y el 2011, porque desde que estás conmigo sé que nunca más nos sentaremos solos.

*[Las chicas se masturban escuchando Pink Floyd]*

Empezaron con Nirvana y se fueron refinando.