Antes de que entraran los nazis en Atenas, los encargados del museo se encargaron de guardar todas y cada una de las vasijas y de enterrar las estatuas entre los cimientos del edificio.
En 1941, cuando los alemanes entraron en la capital griega, se encontraron con un museo vacío.
¿No es una historia preciosa? A mí me hace mucha gracia.
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