viernes, 14 de enero de 2011

*[Razones Hitlerianas]*

Ocurre a veces que me choco con otro cuerpo.
La inmensidad de sus quehaceres irrumpe
lo que era mi propia vida,
que ya no vuelve a ser la misma.
Las palmeras me dirigen a conocer y ansiar
lo del otro como necesario.
Pero después entro en sus vidas y me inunda
el olor a detergente,
no comparable al aroma de las palomitas de maíz.
Se añoran las amapolas y las margaritas en casas
hechas de metal y lavadoras apiladas.
Es por eso que salgo de sus salas grises a mi mundo,
que como dije antes ya no es el mismo,
sino que torna a nauseabundo por falta de legitimidad.
Los puestos de comida rápida abundan, por lo que ya no corren
por mi ciudad niños sanos. Carnaza obesa y grasienta rueda,
literalmente,
por las aceras en las que me gustaba hacer pompas de jabón.
Me piden que les mate, pero yo no quiero manchar mi vestido blanco
recién estrenado.
El día que la mugre me roce, las personas con las que choco
frecuentemente
pasarán a ser las que se enmarquen en los cuadros de mi futura
vivienda.
Llena de lavadoras apiladas y olor a metal oxidado.
Es por eso que antes de que llegue la noche, he de exterminar a toda la raza humana.

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