sábado, 8 de octubre de 2011

*[The Beasts' Carnival II]*

El escenario, de parqué carcomido, rechinó con sus pisadas. Tan sólo una mesita y un grupo de afiliados somnolientos observaban el espectáculo. En el centro del escenario parecía aún más minúsculo de lo que realmente era, y su traje, más ajado de lo que intentaba aparentar. Ni el chaqué ni la pajarita podrían pasar por ropa de alta alcurnia. El diminuto, rizado y daliniano bigote se veía demasiado falso, demasiado esperpéntico. El público observaba sus movimientos con expresiones faciales nulas. El enano no gesticulaba ningún músculo facial. El ambiente era soporífero.
Por fin, tras un largo amago de espectación inexistente por parte de cualquiera de los espectadores, el hombrecito se quitó la chistera, que le venía grande, y hurgó en su interior.
La gente callada miraba.
Removió un par de veces su manita por el hueco del sombrero.
La gente callada miraba.
Miró y tensó una ceja.
La gente callada miraba, esperaba.
Le dió la vuelta y lo golpeó varias veces en su parte trasera.
La gente callada miraba, esperaba. Alguno tamborileó con los dedos en el posabrazos de su asiento.
Encogió los hombros.
No encontraba su paloma, ni su conejo, ni su ramo de baratos claveles, ni su confeti:
La magia se le había acabado.

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