miércoles, 21 de marzo de 2012

*[I tell you what you already know]*

Si pienso lentamente, a sabiendas  y degustando cada recuerdo, puedo llegar a no sentir nada. A ser consciente de que ya no te conozco, de que estás lo suficientemente lejos de mi vida como para perder el tiempo si quiera en elucubrar sobre cómo andas de ánimos o si sigues luchando por tus sueños como solías hacerlo. No sabría describir tu cara o tus gestos, ¿importa eso acaso? ¿importan tus rutinas? Ahora no importas.

Si te viera, podría pensar que me pasaría desapercibido, que sería un detalle sin importancia en una tarde de primavera adelantada. Ni te miraría. Aunque...

si te veo, el corazón se me podría parar. Bastaría un sólo segundo para plantearme otras vidas. Por eso no mirarte, no verte, eliminar cualquier rastro de tu existencia como si de una quimera ardiente y escurridiza se tratase, es lo acatable. Yo te hago real o imaginario.

He perdido todo ápice de tu olor. Sólo eres un recuerdo prefabricado en mi subconsciente, una idea sin cuerpo. ¿Podría seguir reconociéndote así entre la multitud de gente ? ¿Recorrería aún de memoria los surcos de tu iris vaporizado? ¿Qué pasaría con la ausencia de tu cara? ¿Te seguiría llamando por tu nombre estéril? ¿Lloraría tu pérdida etérea? ¿Correría tras la sombra de tu forma identificable? ¿Atendería a tu voz alterada?

No. Porque ya no existes.


2 comentarios:

  1. En épocas llanas y neutrales los peores recuerdos empiezan a hacerse visibles, tangibles, sacando a la superficie una latente verdad dolorosa. Una carencia que reafirma que todo tiempo pasado fue mejor (o simplemente más intenso, no sé).

    Sólo me enamoré una vez, y fue tan desastroso que ni si quiera he sufrido con los poquitos recuerdos que me dejaron (oye, es gracioso).

    Estamos hechos para olvidar, no lo olvides.

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  2. La mente es yerma y lacia en cuanto a malos recuerdos. Resbalan por las paredes de nuestra consciencia y se pierden en algun lugar de nuestra subconsciencia.
    Somos los mejores supervivientes del planeta, querido Garbunka.

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