Ya no se me derrama
la sopa
no se vierte la
cuchara al mantel,
el mantel a la
cuchara.
Ya no se me
descuelga la boca,
no miro horrorizada
ni me planteo que
los peores seres vivos
comparten mi raza.
Ojos grandes
amarillos
- anemia en cuerpo
anemia en
cristalino-
y moscas cagándose
en
la mierda,
comiéndose la
mierda,
pudriéndose.
Su agua gris y mi
caldo espeso.
Mi barriga llena, su
vientre hinchado,
sus pies hundidos en
la mierda,
en las moscas.
Mi sopa bien,
gracias.
Es lo único que
importa.
La banalización de
la pobreza, no.
Mis ganas de sopa
me imposibilitan
derrumbarme
frente al pobre niño
que me mira
desde la pantalla.
Luego la noche
apremia.
La mosca aletea
en mi oído
zumbando en idiomas
que no conozco
y comprendo que la
conciencia
existe.
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