La ciudad se desvestía
por las esquinas.
La noche echó su candado.
Los noctámbulos huímos,
asustados.
No había estrellas:
sólo farolas.
Nos guíaron los focos de los coches
a donde se acaba el mundo,
fuera de los edificios
fuera del gris
donde late el verde.
No hay comentarios:
Publicar un comentario